Subí las escaleras, corriendo a toda prisa, tratando de no imaginarme las peores cosas.
Su llamada me había dejado con la incertidumbre de saber qué es lo que ocurría y sus últimas palabras “Me estoy desangrando”… eran la gasolina que hacia palpitar mi corazón a mil.
-¿Donde estas? – Grite con desesperación.
El silencio me contestaba bruscamente.
-¿Dónde estás mamá?- Insistí.
-Acá….En el baño- Logre percibir su miedo a pesar de querer fingir la voz.
Avance a su encuentro, abrí la puerta, aun recuerdo la escena que a continuación presencie. Mi madre hincada en el baño, a su alrededor habían manchas de sangre, tenía los ojos hinchados de llorar, aunque trato de disimularlo cuando escucho mi voz.
-¿Que ocurre mamita? – La tome de la mano, tratando de darle animos- Anda levantate que ya veras que no pasa nada, esto es solo un susto.
No se quiso poner de pie, solo tomo mi mano con indiferencia y entre sollozos me dijo:
- Creo que ya se acerca mi final “pollito”, tienes que ser fuerte y prepararte para lo que venga.
Entre las tantas cosas que siempre le envidie a mi madre, se encontraban el carácter fuerte y la valentia que la caracterizaban, jamás mostro dolor ni se dejo doblegar por nada, aún en esos momentos que se, estaba muriendo de miedo por dentro, por fuera mostraba una tranquilidad y una confianza que impactaban, aún en ese instante pensaba con la cabeza fría, y queria darme recomendaciones de cómo actuar en tal o cual caso, pero no la deje iniciar su monologo.
-No digas esas cosas mamá, no va a pasar nada Ok.- Mi voz era fuerte y clara.
Por dentro tenia igual o mas miedo que mi madre, pero aunque en mi garganta se formará un nudo tan grande que me dificultaba articular palabras, a ella no le deje ver mis verdaderos sentimientos, estaba claro que si una se doblegaba, terminariamos muy mal las dos.
Aun en contra de su voluntad, la volvi a tomar de la mano pero esta vez haciendo fuerza contra la pared, para poder levantarla, al fin tuve éxito, la limpie rapidamente y la lleve a su recamara, se acosto en la cama y me pidio que le acercara un bote de basura, por cualquier cosa, me ordeno que a partir de ese momento no dejará que nadie entrará a verla y poco despues se quedo dormida.
A los poco minutos, me retire para dejarla descansar, la desesperación y la incertidumbre son una mala combinación , que atacan directamente al sistema nervioso, no pude estar tranquila y como mi concentración tenia un gran deficit de atención, decidi regresar a la habitación de mi madrepara ver como estaba.
Mi sorpresa fue, que al poco tiempo que llevaba acostada, su cama ya estaba manchada de sangre, su ropa estaba completamente empapada, ella seguia dormida, comence a quitarle la ropa lentamente para asearla, tratando de no despertarla.
Mis manos comenzaron a temblar y sin poder evitarlo, las lagrimas brotaron de mis ojos al ver que de su cuerpo salian cuagulos de sangre del tamaño de mi puño. En ese instante mi corazón comenzo a quebrarse…
Su llamada me había dejado con la incertidumbre de saber qué es lo que ocurría y sus últimas palabras “Me estoy desangrando”… eran la gasolina que hacia palpitar mi corazón a mil.
-¿Donde estas? – Grite con desesperación.
El silencio me contestaba bruscamente.
-¿Dónde estás mamá?- Insistí.
-Acá….En el baño- Logre percibir su miedo a pesar de querer fingir la voz.
Avance a su encuentro, abrí la puerta, aun recuerdo la escena que a continuación presencie. Mi madre hincada en el baño, a su alrededor habían manchas de sangre, tenía los ojos hinchados de llorar, aunque trato de disimularlo cuando escucho mi voz.
-¿Que ocurre mamita? – La tome de la mano, tratando de darle animos- Anda levantate que ya veras que no pasa nada, esto es solo un susto.
No se quiso poner de pie, solo tomo mi mano con indiferencia y entre sollozos me dijo:
- Creo que ya se acerca mi final “pollito”, tienes que ser fuerte y prepararte para lo que venga.
Entre las tantas cosas que siempre le envidie a mi madre, se encontraban el carácter fuerte y la valentia que la caracterizaban, jamás mostro dolor ni se dejo doblegar por nada, aún en esos momentos que se, estaba muriendo de miedo por dentro, por fuera mostraba una tranquilidad y una confianza que impactaban, aún en ese instante pensaba con la cabeza fría, y queria darme recomendaciones de cómo actuar en tal o cual caso, pero no la deje iniciar su monologo.
-No digas esas cosas mamá, no va a pasar nada Ok.- Mi voz era fuerte y clara.
Por dentro tenia igual o mas miedo que mi madre, pero aunque en mi garganta se formará un nudo tan grande que me dificultaba articular palabras, a ella no le deje ver mis verdaderos sentimientos, estaba claro que si una se doblegaba, terminariamos muy mal las dos.
Aun en contra de su voluntad, la volvi a tomar de la mano pero esta vez haciendo fuerza contra la pared, para poder levantarla, al fin tuve éxito, la limpie rapidamente y la lleve a su recamara, se acosto en la cama y me pidio que le acercara un bote de basura, por cualquier cosa, me ordeno que a partir de ese momento no dejará que nadie entrará a verla y poco despues se quedo dormida.
A los poco minutos, me retire para dejarla descansar, la desesperación y la incertidumbre son una mala combinación , que atacan directamente al sistema nervioso, no pude estar tranquila y como mi concentración tenia un gran deficit de atención, decidi regresar a la habitación de mi madrepara ver como estaba.
Mi sorpresa fue, que al poco tiempo que llevaba acostada, su cama ya estaba manchada de sangre, su ropa estaba completamente empapada, ella seguia dormida, comence a quitarle la ropa lentamente para asearla, tratando de no despertarla.
Mis manos comenzaron a temblar y sin poder evitarlo, las lagrimas brotaron de mis ojos al ver que de su cuerpo salian cuagulos de sangre del tamaño de mi puño. En ese instante mi corazón comenzo a quebrarse…
