
El ruido del teléfono me despertó, a lo lejos, el sonido de la lluvia golpeando contra el suelo, creaba en el ambiente, una sensación de nostalgia, de vacío, como si el cielo supiera que mi vida no estaba bien y lloraba mostrándome su apoyo…
Mire la pantalla del celular y su nombre me exigía con insistencia que lo contestará, mi corazón hubiera querido tener manos propias y tomarlo, escuchar su voz y palpitar al unisonó con su respiración. Lo apague, no tenía fuerzas para iniciar una guerra de sentimientos de la cual, sabía de antemano, iba a salir perdedora. Estaba “según yo” decidida a dejar esa historia en el pasado, acabar de una vez con aquel capitulo de mi vida, que jamás debió escribirse, pero aunque nosotros mismos tratemos de engañar al corazón, en el fondo, sabemos que no queremos que esa relación termine, por tormentosa o inmoral que parezca. Porque cuando se siente un amor de verdad, no se piensa, tan solo se actúa!!
Transcurrieron los días o las semanas, no lo se, llegue a perder la noción del tiempo, el dejo de buscarme, me imagino que se había cansado de llamarme sin éxito alguno, tal vez se sintió herido y no quiso ser más un títere de mis decisiones o puede ser que solo hubiera sido un juego, al que yo le facilite un fin. Por ilógico e incomprensible que parezca, a pesar de haberle pedido que no me buscara y de haber ignorado sus intentos de comunicación, aún pasaban las horas y yo seguía mirando mi teléfono, esperando encontrar una llamada o algún mensaje que me hiciera saber que no me había olvidado.
Una tarde al regresar del trabajo, encontré a mi mamá acostada en la “hamaca” del jardín y escuchando música, cosa que tenía tiempo había dejado de hacer, la salude, subí a mi cuarto y comencé a platicar con Zoe de trivialidades. Transcurren algunos minutos, escucho la voz de mi madre llamándome, bajo y me dirijo a ella, una imagen paralizo mi andar…Laura, Blanca y Andrés acababan de llegar.
- Hola…Buenas noches- Dijo él y dirigiendo su mirada hacia mí, continuo- Me permites un momento…
De pronto, tres palabras congelaron mi vida en un instante… Necesito hablar contigo!
Mire la pantalla del celular y su nombre me exigía con insistencia que lo contestará, mi corazón hubiera querido tener manos propias y tomarlo, escuchar su voz y palpitar al unisonó con su respiración. Lo apague, no tenía fuerzas para iniciar una guerra de sentimientos de la cual, sabía de antemano, iba a salir perdedora. Estaba “según yo” decidida a dejar esa historia en el pasado, acabar de una vez con aquel capitulo de mi vida, que jamás debió escribirse, pero aunque nosotros mismos tratemos de engañar al corazón, en el fondo, sabemos que no queremos que esa relación termine, por tormentosa o inmoral que parezca. Porque cuando se siente un amor de verdad, no se piensa, tan solo se actúa!!
Transcurrieron los días o las semanas, no lo se, llegue a perder la noción del tiempo, el dejo de buscarme, me imagino que se había cansado de llamarme sin éxito alguno, tal vez se sintió herido y no quiso ser más un títere de mis decisiones o puede ser que solo hubiera sido un juego, al que yo le facilite un fin. Por ilógico e incomprensible que parezca, a pesar de haberle pedido que no me buscara y de haber ignorado sus intentos de comunicación, aún pasaban las horas y yo seguía mirando mi teléfono, esperando encontrar una llamada o algún mensaje que me hiciera saber que no me había olvidado.
Una tarde al regresar del trabajo, encontré a mi mamá acostada en la “hamaca” del jardín y escuchando música, cosa que tenía tiempo había dejado de hacer, la salude, subí a mi cuarto y comencé a platicar con Zoe de trivialidades. Transcurren algunos minutos, escucho la voz de mi madre llamándome, bajo y me dirijo a ella, una imagen paralizo mi andar…Laura, Blanca y Andrés acababan de llegar.
- Hola…Buenas noches- Dijo él y dirigiendo su mirada hacia mí, continuo- Me permites un momento…
De pronto, tres palabras congelaron mi vida en un instante… Necesito hablar contigo!
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