
En aquel instante, el poco respeto que sostenía el recuerdo de mi padre se disolvió en el viento, como cuando un niño sujeta con todas sus esperanzas un globo y otro niño lo empuja con tal fuerza que el globo se suelta y al pequeño solo le queda mirar al cielo, viendo alejarse aquel objeto.
Mi madre, mi insistió muchas veces en que no juzgara a mi padre, que el ya estaba descansando y que no pensara en cosas malas, que si el actúo de alguna manera contraria a mis ideas, por algún motivo habría sido, poco a poco me fui dando cuenta que mamá ya lo sabía y que jamás dijo nada, por no causarnos un dolor, no quise preguntárselo directamente porque hubiéramos entrado en una discusión sin fin y francamente mi instinto agresivo estaba sedado por la desilusión.
Mis pensamientos y sentimientos hacia mi padre, jamás volvieron a ser los mismos, cuando descubres que alguien te ha mentido, es muy difícil que vuelvas a creer en ellos, se abre la puerta hacia un abismo que es imposible volver a cerrar cuando eres una persona orgullosa y resentida como lo era yo.
Pocos días después del sepelio, recibí una llamada telefónica de mi Tío, me avisaba que la empresa en la que mi padre trabajaba quería vernos a mi mamá, a mi hermana y a mi, para dar lectura al testamento que ellos como empresa otorgaban a sus empleados. Sin más, nos despedimos y nos dirigimos al punto de reunión. Al llegar, oh sorpresa, mi tío se encontraba allí, esperándonos.
-Hijas, ¡como se tardaron!, tengo horas esperándolas- Nos expreso con cierta molestia y desesperación. Obviamente exagerando en su oración, puesto que no habría pasado más de media hora desde que nos llamo.
- Hay por favor tío, no inventes, que no es para tanto- Conteste yo impulsivamente- No sabíamos que tu también vendrías, ¿Por qué no me lo dijiste cuando me llamaste?
- Pues es que no iba a venir, solo que pensé que iban a necesitar tal vez, a alguien que las apoyara por cualquier cosa y heme aquí.- Su rostro esbozo una pequeña sonrisa hipócrita.
Y mientras el terminaba de decir estas palabras, salieron detrás de el, aquellos tres personajes que surgieron el día del sepelio. 2 mujeres y un varón que oscilaban entre los 25 y 30 años.
Su presencia me cayo como balde de agua fría, para serles sinceros desde que mi tío dio la noticia del engaño de mi padre, el también cayo de mi gracia, tanto tiempo con mentiras, sabiendo la verdad sin decir nada y ahora viendo que se había convertido en el protector de aquellos “bastardos” lo habían hecho el objeto principal de mis molestias, Sin poder articular palabra por la rabia que sentía en ese momento, entramos a las oficinas de la empresa, tras de mi venían los bastarditos de mi padre, y evitando que entraran, les cerré la puerta de la oficina, dejándolos fuera.
Mi madre, mi insistió muchas veces en que no juzgara a mi padre, que el ya estaba descansando y que no pensara en cosas malas, que si el actúo de alguna manera contraria a mis ideas, por algún motivo habría sido, poco a poco me fui dando cuenta que mamá ya lo sabía y que jamás dijo nada, por no causarnos un dolor, no quise preguntárselo directamente porque hubiéramos entrado en una discusión sin fin y francamente mi instinto agresivo estaba sedado por la desilusión.
Mis pensamientos y sentimientos hacia mi padre, jamás volvieron a ser los mismos, cuando descubres que alguien te ha mentido, es muy difícil que vuelvas a creer en ellos, se abre la puerta hacia un abismo que es imposible volver a cerrar cuando eres una persona orgullosa y resentida como lo era yo.
Pocos días después del sepelio, recibí una llamada telefónica de mi Tío, me avisaba que la empresa en la que mi padre trabajaba quería vernos a mi mamá, a mi hermana y a mi, para dar lectura al testamento que ellos como empresa otorgaban a sus empleados. Sin más, nos despedimos y nos dirigimos al punto de reunión. Al llegar, oh sorpresa, mi tío se encontraba allí, esperándonos.
-Hijas, ¡como se tardaron!, tengo horas esperándolas- Nos expreso con cierta molestia y desesperación. Obviamente exagerando en su oración, puesto que no habría pasado más de media hora desde que nos llamo.
- Hay por favor tío, no inventes, que no es para tanto- Conteste yo impulsivamente- No sabíamos que tu también vendrías, ¿Por qué no me lo dijiste cuando me llamaste?
- Pues es que no iba a venir, solo que pensé que iban a necesitar tal vez, a alguien que las apoyara por cualquier cosa y heme aquí.- Su rostro esbozo una pequeña sonrisa hipócrita.
Y mientras el terminaba de decir estas palabras, salieron detrás de el, aquellos tres personajes que surgieron el día del sepelio. 2 mujeres y un varón que oscilaban entre los 25 y 30 años.
Su presencia me cayo como balde de agua fría, para serles sinceros desde que mi tío dio la noticia del engaño de mi padre, el también cayo de mi gracia, tanto tiempo con mentiras, sabiendo la verdad sin decir nada y ahora viendo que se había convertido en el protector de aquellos “bastardos” lo habían hecho el objeto principal de mis molestias, Sin poder articular palabra por la rabia que sentía en ese momento, entramos a las oficinas de la empresa, tras de mi venían los bastarditos de mi padre, y evitando que entraran, les cerré la puerta de la oficina, dejándolos fuera.
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