martes, 1 de febrero de 2011

Rueda de la fortuna


La vida es una gran rueda de la fortuna que gira sin cesar, algunas veces estas arriba, en la cima, sintiendo y disfrutando la adrenalina del momento y muchas otras veces, te encuentras abajo, con las nauseas y el vacío que te deja tanto movimiento, tanta agitación.

Mi rueda de la fortuna jamás se detenía y esta vez, no sería la excepción.

La felicidad había regresado a mi vida, sentí como si en el momento en el que Andy pronuncio aquellas palabras, le hubieran inyectado morfina a mi organismo y ya no sintiera más dolor, la tristeza que embargaba mi alma y manchaba mis días de gris, comenzaba a difuminarse tras los momentos tan especiales que tenia con el “Amor de mi vida”. Me sentía la persona más fuerte y optimista y mi relación con “Dios” regresaba a ser de Paz.

Con el transcurso de las semanas, mi madre regreso a sus sesiones de quimioterapia, fue programada y operada nuevamente, le extirparon el tumor y la mandaron a casa, con una fuerte dosis de medicamentos, que prometían aliviar su dolor, y con el pronostico favorable de los médicos. Ya no extrañaba tanto a Elio, o al menos eso aparentaba ante nosotros y su estado de ánimo era cada vez mejor.

La balanza estaba a mi favor…

Un día, como cualquier otro (eso creía yo) me desperté muy temprano para bañarme, arreglarme y estar lista a tiempo, por que me tocaba entrar a trabajar en el turno de la mañana. Mientras me arreglaba el cabello en mi habitación, escuche como tocaban la puerta principal, mamá que se encontraba en la cocina, preparando mi desayuno, abrió la puerta, a los pocos minutos, tocaron a mi habitación.

-¿Quién es?- pregunte en voz baja, para no despertar a mi hermana, que aún dormía.

-Yo mi amor- Contesto mi mamá, con un tono muy dulce.- Ábreme, necesito hablarte.

Sin cuestionar más, abrí la puerta con calma y le hice señas a mamá que entrara, ella sin dar un solo paso, movió su cabeza en señal de que saliera de la recamara, sin entender porque no quiso entrar, camine hacia ella y Salí.

-¿Qué pasa mamá? ¿Necesitas algo?

- Necesito decirte algo, pero quiero que lo tomes con calma corazón- Al decir estas palabras, se acerco más a mí y me tomo de la mano.

-¿Qué pasa, porque actúas tan raro? Me estas asustando.- Le pregunte ya en un tono menos tranquilo.

- Acaba de venir tu tío Carlos y me ha dado una terrible noticia y necesitas ser fuerte.

Y tras un instante de silencio y yo queriéndomela comer con la mirada, desesperada por saber que había sucedido, por fin continúo.

- ¡Tu papá acaba de fallecer!

Sin comprender el significado de lo que mi madre acababa de decir y sin poder articular palabra alguna, me apoye en la pared y comencé a sentir las nauseas y el vacío, que indicaban, que la rueda de la fortuna comenzaba de descender a gran velocidad.

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