viernes, 23 de octubre de 2009

La ley de supervivencia del más fuerte.


Mi hermano se enlisto en el ejercito militar sin escuchar opiniones de la gente que le decía que eso no era para el, que estando allí se volvería una persona fría, que los trataban muy mal y que solían hacerles bajezas teniendo como excusas que con golpes y malas palabras se logran formar buenos hombres. Para mamá la idea de que Irving se fuera a un lugar donde tendría una formación bastante rígida le causaba una alegría extraña, sabia que ya no estaría tan cerca de el pero que necesitaba alejarse un poco de todo lo que le había sucedido por la muerte de su padre, así que sin más, lo apoyo en la decisión y con tristeza lo despedimos.
En casa ahora quedábamos tan solo las tres mujeres (Mamá, Zoe y yo), yo acaba de entrar a la prepa (aún condicionada por estar próxima a presentar el examen de Física que reprobé el último año de secundaria) Zoe pasaba al ultimo año de prepa (ambas estábamos ya en la misma escuela) y mamá seguía en su trabajo. Al entrar a la prepa mamá me obligo a escoger como carrera técnica Enfermería, ya que ella lo había estudiado en su juventud y mi hna. También llevaba esa carrera, yo no quería, no me ha gustado nunca el obedecer imposiciones de la gente y aceptar lo que ella quería me hacia rabiar hasta el cansancio, no podía ser que mi vida se rigiera siempre bajo los deseos de mi madre, en la secundaria me obligo a llevar contabilidad, siendo que yo quería carpintería o pintura y ahora de nuevo volvía a dejar en claro quien llevaba las riendas de la casa y sobre todo de mi vida: Ella.
Papá solía presentarse a vernos (los domingos, en un parque cerca de la casa) la mayoría de las veces en estado etílico, unas veces moderado, otras sumamente perdido y otras de plano ya ni se presentaba. Cuando mi hermana y yo llegábamos al punto de reunión con el, nos acercábamos le dábamos un beso y nos sentábamos a platicar, pero yo al verlo en el mal estado en el que se encontraba, solo me dignaba a decirle que no podía ser posible que solo nos viéramos de vez en cuando y que ni por eso nos respetara, me molestaba totalmente, me daba la media vuelta y me retiraba del lugar, dejando a Zoe con el. Así sucedía siempre y poco a poco yo deje de ir a verlo para evitarme y evitarle a el, malos ratos conmigo.
Un día estando en la casa, mamá nos dio “la desagradable noticia” de que estaba comenzando a salir con una persona, un tipo que conoció yendo al rancho de sus abuelos maternos. La noticia me cayó como bomba, no podía creer que mi mamá pensara en reemplazar a mi papá, que si bien no era monedita de oro, era mi padre y eso me bastaba para dejar su lugar intacto. Siempre he sido una persona muy celosa y mas con mi familia, lo que considero mío, no permito que nadie lo toque y pobre de quien se atreva a hacerlo, porque no saben de lo que soy capaz y en ese momento ese tipo no solo iba a tomar el lugar que era de mi padre, si no que también me robaría el cariño de mamá.
Pasaron los días y de pronto un martes por la tarde, tocaron a la puerta de mi casa, como mi mamá estaba durmiendo y Zoe bañándose, baje las escaleras, me aproxime a la puerta y la abrí, del otro lado de la reja de mi casa, se encontraba de pie un tipo, tez clara, alto pero no demasiado, ni tan gordo ni tan delgado, nariz aguileña, ojos cafés oscuros y cabella lacio oscuro, vestía un pantalón de mezclilla color café y una playera color azul, sin saber porque, el simple hecho de verlo me causo molestia.
-¿Si diga, que desea?- Le pregunte de una forma grosera.
-Hola, buenas tardes! ¿Se encontrara Rosalba?- Me pregunto el tipo con cierto aire de prepotencia, lo cual causo mas molestia de mi parte.
-Eso depende, ¿quien la busca?- conteste. Dentro de mí, me sentía orgullosa por demostrarle que no podía llegar a mi casa con una actitud que no le correspondía.
Antes de poder seguir con esa “entrevista”, mi mamá nos interrumpió (me imagino que se despertó al escuchar las voces) y lo hizo pasar a la sala, estando dentro, se atrevió a presentármelo, su nombre: Elio. El era “El tipo” con el que ella salía, el imbecil se digno a darme la mano, pero yo estaba demasiado ocupada escaneandolo con la mirada, encontrando todos los defectos posibles en el, así que lo deje con la mano extendida y me retire sin dejar de hacer obvio mi malestar con comentarios despectivos. Me subí a mi recamara y me puse a llorar, no se si de coraje por el atrevimiento de haberse presentado en mi casa, por el cinismo de mi mamá o por el dolor de saber que mi papá ahora si estaba quedando en el pasado y que yo estaba contribuyendo arduamente a que eso sucediera, con mi actitud.
Ese día, seria el comienzo de una batalla campal a muerte entre mi mamá, el y yo.
La ley de supervivencia del más fuerte, en la que si no te defiendes con uñas y dientes…puedes llegar a perder hasta la vida.

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