
La situación con mi padre poco a poco se iba haciendo menos densa, si bien no éramos el ejemplo perfecto de padre e hija, al menos si comenzábamos a convivir un poco más. El ya había dejado de beber meses atrás y eso hacia que por mi parte fuera más sencillo interactuar con el. Mis hermanos estaban bien en cada una de sus áreas y a mi madre ya e le veía con una sonrisa en su rostro, aunque ya no era la misma de antes, tan explosiva cuando se enojaba, puesto que ya no se enojaba tanto, ni tan alegre y osada. Pero al menos para nosotros era un gran avance, ya se podía respirar un ambiente menos pesado en casa.
Yo podía estar feliz, había terminado la prepa con un buen promedio y había logrado entrar a mi primer trabajo, como cajera en una tienda departamental, donde si bien no ganaba tanto, al menos si podía ayudar en la economía de la casa y complacer mis gustos sin molestar a mi mamá.
Un día al llegar a mi trabajo, Claudia, una amiga a la que yo quiero mucho y que trabajaba conmigo, se me acerco y me dijo que alguien me estaba esperando en el área de comida rápida, le pregunte quien era, pero no supo, solo pudo decirme que era un muchacho.
Me gano la curiosidad y me acerque hacia el lugar donde me había indicado que estaba el joven y sin que nadie me viera trate de reconocer algún rostro entre la multitud, a lo lejos un brazo se levando de entre la gente y una mano me hacia señas de que me acercara, con un poco de nervios, comencé a caminar en dirección a aquella mano misteriosa y por fin reconocí a quien me había ido a buscar, era Andrés…El esposo de Laura, la chica que era ahijada de mi mamá.
Al verlo, los nervios se apoderaron de mi, lo primero que cruzo por mi cabeza, era que algo malo le había pasado a mi madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario